El año del Mirandés: el equipo que sobrevivió al descenso y ahora sueña con Primera
En menos de un año, el Mirandés ha pasado del riesgo de caer a Primera RFEF a soñar con el ascenso a Primera División en toda su historia
Hace apenas un año, el equipo de Miranda de Ebro luchaba por evitar el descenso a la tercera categoría del fútbol español. Hoy, tras eliminar al Racing de Santander y vencer al Real Oviedo en la ida del playoff de ascenso (1-0), gracias a un tempranero gol del capitán Reina, el CD Mirandés está a solo 90 minutos de hacer historia y alcanzar por primera vez la Primera División. Todo ello, impulsado por una mezcla de cantera, cesiones exitosas y un épico espíritu jabato.
Pero llegar hasta aquí no ha sido un camino de rosas. Hay que recordar que el Mirandés, el 2 de junio de 2024, en la última jornada de la temporada 2023/24, logró la permanencia en Segunda tras un agónico duelo ante el SD Amorebieta. Un solitario gol de Gabri Martínez en el minuto 62 evitó el descenso a Primera RFEF.
Tras aquella salvación, muchos jugadores abandonaron Anduva. La mayoría de ellos estaban cedidos por otros clubes y no continuaron en el equipo. Los que sí se quedaron, el técnico Alessio Lisci y cinco jugadores más, afrontaron una pretemporada caótica. Solo tres incorporaciones se sumaron al grupo hasta septiembre, lo que obligó incluso a cancelar un amistoso contra el Mallorca por la falta de efectivos.
Esta inestabilidad es, en parte, consecuencia del modelo de gestión del club. El Mirandés se ha caracterizado por construir su plantilla cada temporada a base de cesiones de futbolistas jóvenes procedentes de clubes de Primera División, que buscan minutos de calidad para sus promesas sin desprenderse definitivamente de ellas. Es una fórmula arriesgada, pero que ha dado frutos espectaculares esta vez.
El entrenador, clave del éxito
Paradójicamente, el Mirandés supo sacar provecho de esa pretemporada desértica. El equipo arrancó con apenas tres centrales, tres mediocentros y dos porteros. En el debut liguero frente al Córdoba se sumaron cinco refuerzos más. En ese contexto, la figura de Alessio Lisci fue determinante. El técnico italiano, que pronto formará parte del CA Osasuna, logró armar un equipo competitivo desde la nada, priorizando la organización táctica y sacando el máximo rendimiento a cada jugador.
Aunque los primeros resultados no fueron brillantes, Lisci tuvo claras sus prioridades desde el inicio: regularidad, solidez defensiva y una plantilla joven. Y esa ha sido la base sobre la que ha edificado este proyecto sorprendente, que tiene al Mirandés a un paso de la élite.
Al margen del trabajo del entrenador, también debe destacarse la visión del club. El modelo basado en cesiones ha funcionado gracias a la confianza de entidades como la Real Sociedad, el Athletic Club, Osasuna, Alavés o el Villarreal, entre otros, que han visto en Anduva un destino ideal para el desarrollo de sus jóvenes talentos.
El buen ojo de la dirección deportiva, así como las apuestas internas por jugadores poco conocidos, han sido fundamentales para que el club con uno de los presupuestos más bajos de Segunda División esté hoy luchando por subir a Primera.
Historias épicas
En este año, los jabatos han vivido cientos de momentos que nunca olvidarán, como las repetidas jornadas que el Mirandés ha acabado el día o los días siendo líderes de la Segunda División. Sin embargo, aunque el ascenso directo no se pudo lleva a cabo, los aficionados y los amantes del fútbol siempre recordarán los cuatro goles de su equipo en Anduva en la vuelta de la primera fase del playoff, el gol de Reina, el penalti detenido por Raúl Fernanández en el minuto 85 en la ida de la final del playoff y sin duda la fé de los jabatos y la unión que está viviendo la ciudad de Miranda de Ebro.
La primera de las gestas que obró el CD Mirandés fue en Anduva, partido que certificó su clasificación para la final por el ascenso tras imponerse con claridad al Racing de Santander en un partido vibrante en casa. El local Urko Izeta abrió el marcador en el minuto 7, pero Maguette Gueye igualó para los visitantes solo cinco minutos más tarde.
Sin embargo, en una segunda mitad arrolladora, los jabatos marcaron tres goles en apenas siete minutos: dos fueron autogoles del Racing (Ezkieta al 62′ y Javi Castro al 65′) y el segundo tanto de Izeta al 69′ sentenció el encuentro con un marcador de 4-1, el global fue de 7‑4 y el Mirandés selló su pase a la final.
Final en la que Anduva ya ha vivido, la ida de la última fase de playoff ya se vivió en Miranda de Ebro, momento que seguro los aficionados tampoco olvidarán. El conjunto local se adelantó en el minuto 3 con un certero cabezazo de Alberto Reina, tras un centro milimétrico de Iker Benito, tanto que provocó la euforia en las gradas. Durante los 90 minutos, el Mirandés mantuvo una defensa férrea y una presión alta para incomodar al Oviedo.
Sin embargo, en los minutos finales, el Real Oviedo tuvo la oportunidad de empatar desde el punto de penalti, pero Raúl Fernández detuvo el lanzamiento de Colombatto apareciendo como héroe de la noche. Gracias a esa solidez defensiva, los jabatos toman ventaja mínima y viajarán al Carlos Tartiere con todo por decidir.
El peso de la historia y el presente
Aunque nunca haya estado tan cerca de alcanzar la Primera División, el Club Deportivo Mirandés ya ha escrito páginas memorables enfrentándose de tú a tú con la élite del fútbol español. Alcanzó las semifinales de la Copa del Rey en dos ocasiones: en 2012 y en 2020, desafiando todas las expectativas.
En la edición 2011/12, bajo la dirección de Carlos Pouso, firmó una gesta histórica al convertirse en el primer equipo de Segunda División B que alcanzaba las semifinales del torneo. Aquel año, además, culminaron la temporada con el ascenso a Segunda. En su camino copero eliminaron a Amorebieta, Linense y Logroñés en las primeras rondas. Luego llegó la hazaña: vencieron al Villarreal, que jugaba la Champions esa temporada, al Racing de Santander en octavos y al Espanyol en cuartos. Solo el Athletic Club, en semifinales, pudo frenar a un equipo que fue bautizado como el 'matagigantes' de la competición.
Ocho años después, en la temporada 2019/20, el Mirandés volvió a hacer historia, esta vez ya como equipo de Segunda. Dirigidos por Andoni Iraola, comenzaron su recorrido con tres eliminatorias agónicas, todas resueltas en la prórroga ante Coruxo, UCAM Murcia y Celta de Vigo. A partir de octavos, el equipo burgalés se creció: eliminó con autoridad al Sevilla y posteriormente al Villarreal, repitiendo su papel de verdugo de la élite. En semifinales se enfrentaron a la Real Sociedad, que acabaría ganando la competición, y cayeron con honor tras un global de 3-1.
¿Qué está en juego?
Mientras el Mirandés pelea por alcanzar la Primera División, lo que está en juego en esta fase final va mucho más allá de un simple ascenso. Es una declaración de intenciones de toda una ciudad. Porque en Miranda de Ebro, el fútbol es mucho más que fútbol.
Para los aficionados rojillos, estar entre los grandes no se reduce a cambiar de categoría. Supone ocupar un lugar que, por historia reciente, espíritu competitivo y modelo de club, el Mirandés se ha ganado con creces en el panorama del fútbol español.
Anduva ha sido, durante más de una década, el escenario de gestas que han trascendido lo local: dos semifinales de Copa del Rey, temporadas memorables en Segunda B y Segunda División y una reputación consolidada como una de las mejores plataformas de desarrollo para jóvenes talentos cedidos por los grandes clubes.
Pero el ascenso a Primera también tendría un impacto tangible más allá del césped. Para Miranda de Ebro, supondría un impulso económico de gran calado: mayores ingresos por derechos televisivos, llegada de patrocinadores, visibilidad en medios nacionales, más afición visitante, en definitiva, más vida y más recursos.
Para los pequeños negocios de la ciudad, muchos de ellos decorados con bufandas, banderas y carteles rojinegros, subir a la élite significaría un balón de oxígeno. Sería una forma de volver a poner a Miranda en el mapa.
Y más allá del dinero, está la proyección. Un equipo joven, competitivo, bien gestionado y con una identidad clara puede hacer más por la imagen de una ciudad que muchas campañas institucionales. Porque cuando el Mirandés gana, Miranda entera se siente más fuerte, más unida, más visible.
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